Mi experiencia con la Diosa Hestia-Vesta
mayo 04, 2020Recibí el llamado inesperado de la Diosa Hestia o Vesta en un momento de mi vida en el que necesitaba cuidar más de mi hogar y de mi propio fuego interno.
Llevaba años dedicada a los demás, dirigiendo mi mirada constante hacia fuera, y Hestia me reclamaba volver a mi interior, despegarme del mundo externo para descansar y recargar energías.
Nunca había tenido interés en las Diosas griegas, pero desde entonces comencé a investigar, estudiar, experimentar e integrar todo lo que Hestia quería mostrarme de Ella.
Me formé con varios profesionales especializados en Diosas y Dioses griegos, meditaba cada día con mi fuego interior y comencé a disfrutar de las tareas domésticas como limpiar o cocinar, actividades con las que hasta entonces estaba peleada (desde pequeña me inculcaron que la obligación de la mujer era atender al hombre y realizar las tareas domésticas, por lo que llevaba años rebelándome de alguna manera contra este mandato).
Me faltaba una Hestia en mi vida: la energía de desapego (de las opiniones externas, del poder, del reconocimiento...), introspección (para entrar en el fuego de mi corazón) y calor de hogar.
Y así comencé mi pasión y devoción hacia Hestia (griega) o Vesta (romana).
Gracias a Ella pude darle el calor que necesitaba a mi casa. La presencia de Ella en el hogar es sutil, amorosa y mantiene un fuego ardiendo en el lugar donde más tiempo pasas.
Hestia también me ayudó a trasladar ese fuego externo al fuego que hay en mi interior y que estaba apagado. Me sentía calentita y acogida dentro de mí. Ese fuego interno era mi ancla cuando estaba cansada, me sentía desorientada o sola.
Gracias al desapego que la energía de Hestia despierta, pude reforzar mi autoestima y mi yo auténtico. Mis necesidades y mis valores adquirieron pues, la importancia que necesitaba mi corazón para vivir una vida más plena.
Dejé de pelearme con las tareas domésticas. Comencé a disfrutarlas, eso sí, fue un recorrido largo. Hestia me ayudó a encontrarle placer al orden, a la limpieza, a la cocina, a la belleza del hogar. Cuando ordenaba mi casa, sentía que también me ordenaba yo. Cuando limpiaba mi casa, de alguna manera también me limpiaba yo.
Pude encontrar o despertar también el hogar que buscaba desde que era una niña. Un lugar seguro, cálido y amoroso. Ese hogar estaba dentro de mí y en el espacio sacro que estaba creando junto a Hestia en mi casa.
La hora de las comidas se convirtieron en un ritual y en momentos de "familia", cosa que no había vivido antes en mi hogar infantil ya que cada uno comía a horas diferentes.
Hestia me ha ayudado y me sigue ayudando a volver a casa, a volver a mí.
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